martes, 2 de noviembre de 2010

Entre abedules


Hace unos días
en un bosque encantado
de abedules y sueños,
tuve uno de esos instantes;
cientos de varas blancas
cremándose en luz de otoño.
El suelo era turboso e informe,
salpicado de regueras ciegas,
hambrientas de tobillos.
Tengo miedo.
Y lo tengo de ese lugar,
de esa belleza afilada,
de encontrar una felicidad
pusilánime y blanda
que se desvanece
en un invierno cruento.

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